
La Navidad suele resultar una época difícil para mantener un estilo de alimentación saludable por múltiples motivos: comidas/cenas de empresa, comidas/cenas con grupos de amigos, las copias comidas o cenas de los días señalados, dulces, alcohol y, para rematar, el roscón.
Sin embargo, a pesar de todo esto, es posible disfrutar plenamente de las Navidades sin aumentar de peso ¡y sin pasárselas a dieta!
Enfoques poco saludables
Por lo general, el problema de estas fechas es que se solemos enfocarlas desde dos extremos opuestos:
- Pasar de todo porque “es Navidad”: desde este enfoque decidimos mirar para otro lado, nos dejamos llevar por la inercia y dejamos que solucione el problema nuestro yo del futuro (en enero si tal).
- Llevar la Navidad con la mentalidad de dieta: prohibirnos y evitar todo lo que nos gusta, intentar controlar nuestro deseo de probar las cosas típicas de estas fechas, rechazar comidas con amigos y sufrir todos los eventos relacionados con comidas.
Quizá pensemos que el segundo enfoque es más saludable por intentar comer bien durante estas fechas… Sin embargo, es un enfoque tan poco sano como el primero.
Lo bueno es que entre ambos extremos tenemos un amplio abanico de posibilidades para poder disfrutar de manera consciente estas fechas y de nuestras relaciones sociales sin que pasen factura a nuestra salud o a nuestro peso.
Y para ayudarte un poco, a continuación vamos a ir viendo algunos consejos para gestionar algunos de las aspectos más difíciles de la Navidad.
Las comidas excepcionales
Uno no es consciente de todos los eventos sociales que tiene hasta que no los ve reflejados todos juntos sobre un papel.
Por eso, es importante planificarse con antelación para poder tener cierto margen de actuación para organizarse con tiempo.
Para ello, lo primero que tienes que hacer es coger un calendario y señalar todas las comidas, cenas, reuniones, quedadas y celebraciones que vas a tener durante las próximas semanas. Ya sólo haciendo esto tendrás una idea de cómo se te presenta el mes.
A continuación, haz un cribado o selección de eventos. Es decir, elige y marca aquellos a los que no puedas o no quieras renunciar. A veces, por inercia, decimos que “sí a todo”, incluso a cosas que no nos apetecen. Este es un buen momento para ser selectivos y quedarnos solo con esas reuniones que verdaderamente nos importen y nos aporten algo de verdad.
Una vez que ya has seleccionado y marcado en el calendario todos los eventos a los que finalmente has decidido asistir, es posible que compruebes que siguen siendo muchos… No pasa nada… ¡Aún no está todo perdido! 😉
Vamos a ver que, aunque la frecuencia de comidas excepcionales sea alta, aún existen muchas cosas que podemos hacer para minimizar su efecto negativo.
Si puedes elegir… haz buenas elecciones
Hacer buenas elecciones no significa buscar el plato más soso o cenar a base de ensalada mixta y piña de postre.
Hacer buenas elecciones es seleccionar de manera consciente aquello que mejor te siente, que más coherente sea con tu filosofía de alimentación, que más te guste o más te vaya a hacer disfrutar, priorizando calidad a cantidad.
La mejor de las situaciones es ser el anfitrión o anfitriona. De esta manera podrás presentar a tus invitados un menú navideño rico y a tu gusto, tanto en cantidad como en calidad.
Si no eres anfitrión/a pero puedes tomar la iniciativa y elegir el sitio, el menú, tu plato, o al menos parte de los platos que se pongan al centro, aprovecha la oportunidad para hacerlo. Si puedes, no dejes que otros decidan por ti.
Además, independientemente de lo que quieras probar o vayas a comer, es interesante que alguno de los entrantes sea una buena ensalada o algo de verdura (espárragos, alcachofas, tomate…) porque ayuda a regular el hambre y la saciedad a lo largo la comida/cena (mucho más que los aperitivos fritos, hiperpalatables o hipercalóricos). De esta manera tendrás mayor capacidad para tomar decisiones sobre lo que quieres comer y para saber cuánto necesitas comer.
Otro consejo bastante es útil dadas las circunstancias es no añadir un extra de calorías innecesarias (como pan, patatas fritas, salsas, zumos, refrescos azucarados, alcohol…) a todas estas comidas ya de por sí más abundantes y calóricas de lo habitual. Te en cuenta que todo lo que se añade suma, pero todo lo que evite también resta.
Y con respecto al postre dulce, si realmente nos apetece, una buena opción es compartirlos. Y si no queremos compartirlo, pues no pasa nada! Lo importante es que si lo tomamos sea porque merece la pena y vamos a disfrutarlo.
Restringirse y compensar no sirve
Los días que tenemos comidas o cenas especiales es frecuente querer restringirse en las comidas previas de ese día y “reservarse” para la comida/cena.
También es habitual querer compensar los excesos los días posteriores con dietas estrictas, ayunos o largas sesiones de gimnasio.
Sin embargo, nada de eso ayuda ni es la mejor manera de prepararse para estos eventos. De hecho, puede ser incluso peor, porque llegar con hambre a estas comidas con gran cantidad y variedad de alimentos hiperpalatables no es una buena idea.
Lo ideal es comer normal durante ese día (y durante el resto de días “normales” del mes), o incluso hacer un buen almuerzo o merienda previos a la comida/cena en cuestión. De esa manera llegaremos con un hambre normal y podremos tomar decisiones más conscientes y menos impulsivas sobre lo que queremos comer.
Y en cuanto a la bebida…
El alcohol, a parte de sus innegables consecuencias negativas para la salud, es una de las mayores fuentes de calorías vacías durante estas fechas.
Ya sabes que lo ideal es beber agua o agua con gas. Pero si no concibes estas comidas sin cerveza o vino, te aconsejo que además de eso siempre te pidas también el agua.
De esa forma en lugar de beber 3 copas de vino o 4 cervezas durante la comida, al ir alternando con agua, reducirás de manera significativa y sin darte cuenta la cantidad de alcohol consumido.
¿Y el resto de comidas normales del mes?
Más importante aún que lo que comemos durante estas comidas y cenas extraordinarias, es lo que comemos durante el resto de comidas ordinarias del mes.
Porque, aunque en las próximas semanas tengamos 20 comidas extraordinarias, seguimos teniendo entre 73 y 135 comidas ordinarias (según si hacemos 3 o 5 comidas al día). Y lo que hagamos en ellas va a ser lo que determine verdaderamente que mantengamos o aumentemos de peso durante las Navidades.
Dulces por doquier
Es un hecho, si le das una patada a una piedra te sale un polvorón. Y si no, un turrón o un bombón.
Pero el problema no es tomarnos un polvorón, un mazapán o un poco de turrón en Nochebuena. El problema es pasarnos todo el mes de diciembre (o incluso de octubre a febrero) comiendo ese polvorón o ese poquito de turrón a diario.
Por lo tanto, la estrategia para gestionar los dulces navideños no consiste en que te prohibas probar todo lo que te gusta, sino en no dejarse llevar de manera inconsciente por la inercia.
Además, te doy algunos consejos que te ayudarán a que esto te resulte más fácil:
- No compres “para tener en casa” o “por si viene invitados”. Si vienen se compra. Y si llega alguien a tu casa y no tienes dulces que ofrecerle, pues le ofreces un dátil y unas nueces.
- En lugar de comprarlos, hazlos tu mism@. Como te explico en el curso de dulces navideños saludables, elaborar tus propios dulces tiene ventajas más allá de que su calidad y sus ingredientes sean mil veces mejores que los industriales.
- Tanto si compras, como si los preparas caseros, no lo hagas en exceso. Prioriza calidad a cantidad y ten la cantidad justa para la ocasión. Así evitarás que sobren y que haya que comérselos durante los siguientes días.
- Resérvatelos como algo excepcional para disfrutarlos en los momentos especiales. No sólo te sentarán mejor, sino que también te sabrán mejor.
Bueno, espero que estos consejos te sean de utilidad para las semanas que se avecinan. Y si quieres una estrategia completa y detallada para estar bien preparad@ y organizad@ puedes echarle un vistazo al curso online de Cómo no engordar en Navidad.
Además de todo esto, también puedes aprovechar para hacer actividades de ocio no sedentarias o entrenar los días de las comidas excepcionales. Y recuerda que siempre es mejor un buen paseo después de comer o cenar que una siesta o una copa.
Pero, sobre todo, no olvides que lo importante no es lo que haces en las ocasiones “excepcionales” sino durante el resto del tiempo 😉
Estupendos consejos, a ver cómo los encajo en la vida real.
Me alegro de que te hayan gustado. Sólo con conocerlos seguro que, sin darte cuenta, los aplicas más de lo que crees 😉