
Uno de los principales obstáculos que nos encontramos cuando queremos llevar un estilo de vida y de alimentación saludables es la falta de tiempo.
Nuestro trabajo, nuestros horarios, las tareas y responsabilidades familiares, el tiempo para el ocio y los amigos… Con este ritmo de vida frenético ¿de dónde sacamos tiempo para cuidar nuestra alimentación?
Desde luego, no podemos sacarle más horas al día… ¡Pero sí que podemos sacarle más partido a nuestro tiempo! En este artículo te voy a enseñar cómo organizarte para alcanzar tus objetivos.
Organización y planificación
Para poder comer de manera saludable y conseguir así nuestros objetivos de salud o pérdida de peso, necesitamos algo imprescindible (y que nadie nos suele decir): tiempo.
Esto no significa que nuestra vida tenga que cambiar radicalmente o empezar a girar entorno a nuestra alimentación. Tampoco implica dedicarle horas y horas dejando de lado otras responsabilidades o invadiendo nuestro ocio. Pero sí que necesitamos dedicarle algo de tiempo.
Lo que ocurre habitualmente es que las obligaciones y tareas urgentes consumen la mayor parte de nuestro día, y no nos permiten sacar ni unos minutos para estas actividades importantes.
Por eso, si intentamos improvisar, dedicarles tiempo solo en los “ratos libres”, cuando “nos venga bien”, o meterlas con calzador en nuestro ya completísimo día, acabaremos relegando estas tareas importantes para mejorar nuestra alimentación y no llevándolas a cabo.
¿Y qué ocurre si tu vida ya está tan cargada que realmente no tienes tiempo para nada más? Pues dada esa situación tienes varias opciones:
- Renunciar a mejorar tus hábitos de alimentación (y abandonar tus objetivos de mejora)
- Dejar algo que ya estés haciendo, o quitarle tiempo para dedicárselo a tu alimentación (si hay algo de lo que puedas prescindir)
- Seguir haciéndolo todo igual, pero además añadir los nuevos hábitos (y acabar super estresad@, agotad@ y bloquead@)
- Organizarte, planificarte y optimizar su tiempo para sacarle el máximo partido (sin sobrecargarte y sin tener que renunciar a nada)
No sé tú, pero yo tengo clara cuál es mi opción preferida 😉 Si es la tuya también, sigue leyendo porque te voy a enseñar cómo hacerlo.
¿Qué necesito para conseguir mis objetivos?
El primer paso siempre es empezar por hacer una lista con las tareas o requisitos previos que necesitas para lograr tus objetivos.
Para poder llevar un estilo de alimentación saludable y conseguir tus objetivos (sean los que sean) hay tres cosas fundamentales a las que tendrás que dedicar algo de tiempo:
- Aprender
- Cocinar
- Comprar
Aprender
Si queremos cambiar algo, primero tenemos que saber qué y cómo hacerlo. Para ello es fundamental recopilar información, formarse de la mano de un nutricionista, o bien aprender por cuenta propia a través de buenos profesionales, divulgadores o en academias online de alimentación saludable.
Así que, salvo que ya lo sepas todo sobre nutrición, hábitos de alimentación, estrategias para llevarlo a la práctica, y que además tengas mucha creatividad, ideas y recetas para que tus platos sean variados, divertidos y te hagan disfrutar con lo que comes día a día… ¡tendrás que invertirle algo de tiempo a aprender todo esto!
Cocinar
Dedicar unos minutos al día a elaborar lo que comemos es una de las mejores inversiones que podemos hacer por nuestra alimentación, por nuestra salud y por nuestro peso.
Cocinar nuestros alimentos tiene innumerables ventajas, y si no tienes mucha experiencia o no sabes por dónde empezar puedes echarle un vistazo al curso de introducción a la cocina saludable.
Existen diferentes métodos para optimizar el tiempo que dedicamos a preparar nuestras comidas. Deberás elegir el que mejor se adapte a tus circunstancias:
- Si quieres cocinar antes de cada comida (y no te sobra el tiempo), elige desayunos y platos sencillos, o utiliza recursos para preparar recetas rápidas.
- Otra opción es cocinar solo una vez al día y dejar preparada la comida del día siguiente. Por ejemplo, dedicar un bloque de tiempo por la tarde-noche a cocinar la cena de hoy y la comida de mañana. Yo suelo dejar la comida hecha con la olla a presión. Incluso puedes dejarte preparado un cuenco de yogur o de avena para el desayuno.
- Otra alternativa es cocinar en lotes para varios días o para toda la semana. Esta técnica se conoce como batch cooking y consiste en dedicar un par de horas (habitualmente durante el fin de semana) a preparar varias raciones de comida que luego podrás refrigerar o congelar y utilizar a lo largo de la semana. Por ejemplo, cocinar de golpe y en cantidad abundante: una crema de verduras, una olla de lentejas, un guiso de pollo, un porridge de avena, ocho huevos y 3 patatas cocidas. Después solo tendrás que refrigerar o congelar por raciones en un tupper e ir utilizándolo a lo largo de la semana para tus desayunos, comidas o cenas.
Comprar
Hacer la compra es un eslabón clave de la cadena. De nada sirve tener un menú semanal perfectamente diseñado y planificado si luego no tenemos los ingredientes necesarios para llevarlo a cabo.
Una de las frases que más oigo es: “Esta semana no he podido comer bien porque no pude ir a comprar”. Esto suele ocurrir porque no tenemos asignado un bloque de tiempo a la compra semanal, o porque no le damos la prioridad que se merece.
Así que lo primero será buscar ese momento de la semana que vamos a dedicar a hacer la compra. Y lo siguiente, será repetirlo semana tras semana hasta que se convierta en un hábito.
Lo ideal es tener una lista de la compra preelaborada, de manera que solo tengas que rellenarla con lo que te falta. Parecerá una tontería, ¡Pero no veas el tiempo que te ahorra! Además evitarás comprar cosas innecesarias y acabar tirando comida.
¿De dónde saco el tiempo?
Ahora que ya tienes una lista con todas las cosas que tienes y quieres hacer para mejorar tu alimentación, si realmente quieres llevarlas a cabo tendrás que asignarles un bloque de tiempo en tu día o en tu semana.
Para ello te aconsejo que te hagas una especie de horario semanal y empieces rellenándolo con las actividades, tareas y obligaciones diarias que ya tienes. De esta formas podrás ver los huecos que aún te quedan libres para colocar los nuevos bloques de tiempo destinados a mejorar tu alimentación.
Te dejo un ejemplo a continuación:

Como ves en el ejemplo, primero he colocado en el horario los espacios de tiempo que ya tengo asignados a otras actividades o tareas de mi día a día. Esto me permite ver los huecos que aún tengo libres para colocar las nuevas actividades que quiero incorporar a mi vida: cocinar, hacer la compra semanal y seguir aprendiendo.

En esta segunda imagen ya he colocado en los huecos que tenía disponibles las nuevas actividades para mejorar mi alimentación, sin que se solapen con otras tareas y obligaciones.
Esta metodología es aplicable sea cual sea el cambio de hábitos que quieras emprender.
Bueno, pues esto no es más que un ejemplo. Ahora te toca a ti aplicarlo a tu vida y adaptarlo tus circunstancias 😉
Al principio requerirá un poco de práctica, pero ten paciencia. Mi consejo es que seas constante y fiel a los bloques de tiempo que te has asignado y no te los saltes a la primera oportunidad. A base de repetirlo semana tras semana se convertirán en un hábito y en una prioridad.
Y lo más importante, estarás poniendo solución a unos de los principales obstáculos que te impiden conseguir tus objetivos: la falta de tiempo.
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