
¿Quién soy y a qué me dedico?
¡Hola! Mi nombre es Miriam Ruiz.
Soy médico especialista en Medicina Interna y dietista-nutricionista.
En la actualidad me dedico profesionalmente a la creación de contenidos formativos y de divulgación sobre alimentación y salud dirigidos a la población general, así como al asesoramiento médico-nutricional personalizado.
También soy autora del libro Alimenta tu salud con comida real, profesora del Máster Universitario de Nutrición Clínica de la UCAM y organizo formaciones para centros escolares y empresas.
¿Qué es Edyal?
Edyal es el nombre de mi proyecto profesional (acrónimo de Educación y Alimentación).
El núcleo central de este proyecto es mi escuela online. Una plataforma de cursos en vídeo, materiales, menús, recetas y sesiones online en directo para mejorar la alimentación y la salud.
Esta escuela es fruto de infinitas horas de estudio, esfuerzo y dedicación.
Mi objetivo es compartir en ella todos mis conocimientos y mi experiencia para que las personas puedan tomar las riendas de su alimentación y de su salud, a través de cursos, menús, recetas y sesiones de tutorías en directo.
Pero a veces me pregunto ¿merece la pena todo este trabajo? ¿servirá para ayudar a las personas?
Y entonces me llegan las experiencias que comparten las personas que ya han pasado por la escuela ¡y me confirman el sentido de este proyecto!
Además, también tengo una consulta de asesoramiento médico-nutricional personalizado para integrar los beneficios de la nutrición en el manejo de los problemas de salud.
¿Dónde puedes encontrar los contenidos que publico?
En mi blog tienes numerosos artículos sobre alimentación y salud ¡Y un montón de recetas saludables que espero que pruebes!
También he creado un podcast en el que compartimos dudas, experiencias y estrategias para llevar un estilo de alimentación saludable en la vida real. Si aún no lo conoces ¡te animo a escucharlo!
Además puedes unirte a mi comunidad de Instagram de más de 60.000 personas donde publico recetas, consejos, trucos e información.
Y si quieres estar al día de todo puedes apuntarte de manera gratuita a:
¿Cómo he llegado hasta aquí?
Los inicios
Si algo me ha apasionado desde siempre es la salud: saber cómo funciona nuestro organismo y conocer qué factores predisponen, influyen o determinan que aparezca una enfermedad.
Estudié la carrera de Medicina porque sentía que mi vocación era ayudar a otras personas a alcanzar un estado de salud óptimo y a prevenir la aparición de enfermedades.
Posteriormente, hice la especialidad de Medicina Interna. Esta especialidad me proporcionó una visión global e integradora del organismo.
Es decir, me ayudó a entender que cada órgano, cada tejido, cada célula, y cada molécula fabricada por nuestro cuerpo no tienen una función única, simple y aislada del resto, sino que forman parte de un complejo mecanismo en el que cada pieza importa e influye inevitablemente en el funcionamiento de las demás.
Toma de consciencia
La experiencia clínica en la Medicina Interna me aportó también una percepción sobre el estado de salud de la población.
Fui más consciente que nunca de que las enfermedades crónicas y degenerativas son la mayor causa de mortalidad, de dependencia y de pérdida de calidad de vida de la población adulta y anciana.
Dentro de este tipo de patologías crónicas encontramos enfermedades cardiovasculares como infartos de miocardio, ictus o tromboembolismos; enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer; enfermedades metabólicas como la diabetes; enfermedades autoinmunes y, por supuesto, el cáncer, entre muchas otras.
Pero, además de esto, también fui consciente de que actualmente estamos sufriendo una de las mayores epidemias de “falta de salud” entre la población juvenil y de edad media.
Cada vez más personas padecen una amplia variedad de síntomas crónicos o recurrentes, y a edades más tempranas.
Son muy comunes problemas como:
- Trastornos digestivos funcionales (como el síndrome de intestino irritable)
- Problemas metabólicas (como la obesidad, la resistencia a la insulina, el síndrome metabólico…)
- Los dolores y la fatiga crónica
- Las alteraciones menstruales y los problemas de fertilidad
- El insomnio y las alteraciones crónicas del sueño
- Y un largo etc.
Es decir, estamos ante una epidemia de personas que no están enfermas pero tampoco están sanas, y que tienen enormemente mermada su calidad de vida.
Por otro lado, estos problemas de salud no suelen tener un tratamiento médico eficaz y satisfactorio porque su origen se encuentra en unos hábitos y estilo de vida que las pastillas no pueden corregir.
Podríamos decir que son el aviso y señal de alerta que lanza nuestro cuerpo para que empecemos a tomar consciencia de la necesidad de cambiar esos hábitos perjudiciales, antes de que se acabe desarrollando una enfermedad.
El problema actualmente es que la mayoría de los hábitos que van deteriorando nuestra salud se encuentran inmersos y normalizados en nuestra sociedad, y camuflados en nuestro día a día.
Toda esta dosis de realidad y toma de consciencia me llevó a profundizar en el papel que juega la alimentación en la salud y a estudiar el grado de Nutrición humana y dietética.
Desde entonces no he parado de investigar sobre todos los factores que influyen y determinan nuestro estado de salud (actividad, ejercicio, entrenamiento, microbiota, estrés, gestión emocional, sueño, ritmos circadianos…) con el objetivo de poder empezar a devolver a la población la salud perdida.
Y de esta forma nació Edyal, mi proyecto. Como resultado de mi vocación, de los conocimientos desprendidos de todos mis años de estudio y de experiencia clínica, combinado con la curiosidad y búsqueda constante de respuestas a través de la evidencia científica, el cuestionamiento y la actitud crítica, sin perder nunca de vista la lógica, la coherencia… ni la paciencia.
¿Cuáles son mis fuentes?
En Edyal comparto las conclusiones que voy extrayendo a lo largo de mi proceso de aprendizaje constante y mejora continua.
Mis fuentes de información y conocimientos son muy diversas:
- El sistema educativo oficial (estudios y titulaciones universitarias)
- Enseñanzas no oficiales
- Formación autodidacta (mediante revisión de estudios y de la bibliografía existente)
- Aprendizaje de expertos y personas referentes en un tema
- Reuniones y congresos
- Contraste de opiniones y experiencias con otros compañeros
- La experiencia clínica con personas
- La experiencia personal
- Mis errores y fracasos previos
Todas estas fuente son importantes, cada una aporta algo diferente pero necesario. Sin embargo, ninguna de ellas es suficiente por sí sola.
Las conclusiones que os comparto son el resultado de combinar los conocimientos extraídos de todas estas fuentes de aprendizaje, hacer un análisis crítico de los mismos, y de integrar estos conocimiento con la coherencia y la lógica.
Estas conclusiones no son estáticas, han evolucionando y cambiando con el tiempo, conforme he ido evolucionando yo, y conforme he ido acumulando nuevos conocimientos y experiencias. Y seguirán cambiando y evolucionando…
¿Cómo interpretar la información que te comparto?
Puede que estés cansado de recibir información contradictoria de diferentes personas o medios, y ya no sepas qué creerte…
Mi consejo es que ¡no te creas nada! No, a mí tampoco.
Como te decía antes, yo solo comparto mis conclusiones, pero yo no tengo “la verdad”, ni mucho menos quiero imponértela.
Por eso te animo a que acojas la información que yo te proporciono con espíritu crítico. Que sea una herramienta y una fuente más de tu aprendizaje. Que no te la creas sin más, sino que la verifiques por ti mismo/a y compruebes si tiene valor para ti. Que mantengas siempre una actitud de “escepticismo abierto”.
Porque no sólo es importante lo que aprendemos, sino también la actitud que tenemos hacia ese aprendizaje.
¿Escepticismo abierto?
Al contrario que el “escepticismo cerrado” (cuestionarlo todo, no creerse nada, y rechazarlo pero sin comprobarlo ni verificarlo por uno mismo), el “escepticismo abierto” se podría caracterizar por la siguiente actitud:
- Lo cuestiono todo. No me creo nada, pero tampoco rechazo nada. Lo compruebo y verifico por mí mismo/a.
- Mantengo una actitud activa de búsqueda de conocimientos, para poder extraer mis propias conclusiones, combinando todas las fuentes de aprendizaje posibles, e integrándolos con la lógica y la coherencia.
- No estudio buscando reafirmar y afianzar mis hipótesis, sino refutarlas.
- Mantengo una actitud abierta, escucho, contrasto y acepto todas las opiniones e ideas.
- No me aferro a una idea o creencia, ni intento imponerlas.
- No aplico los conocimientos de forma generalizada, sino individualizada.
- No pienso de forma reduccionista, sino global, integral y holística.
- Busco encontrar, aceptar y abrazar mis errores, y aprender de ellos para seguir evolucionando.
Pero hasta llegar a este “escepticismo abierto” suele pasarse por varias fases, que son necesarias porque forman parte del propio proceso de aprendizaje (y por las que yo misma he navegado):
- Fase de aprendizaje dogmático: me creo todo lo que me enseñan y que es lo formalmente aceptado.
- Fase de desaprendizaje y reaprendizaje radical: dejo de creer en todo lo que me han enseñado hasta el momento y empiezo a creer fervientemente en algo totalmente opuesto, por lo general poco aceptado y criticado por la mayoría.
- Fase de reafirmación: busco en la evidencia científica la forma de confirmar mis hipótesis, defender y luchar en lo creo. No acepto las opiniones de los que opinan lo contrario.
- Fase de cuestionamiento: experimento incoherencias en lo que creo y empiezo a cuestionarlo.
- Fase de decepción y negación: pienso que nunca voy a encontrar la verdad y dejo de buscarla.
- Fase de “escepticismo cerrado”: ya no me creo nada y lo rechazo todo sin ni siquiera probarlo y verificarlo.
- Fase de aceptación y reapertura: acepto que no voy a encontrar la verdad, porque no existe una “única verdad estática”, pero vuelvo a abrir la puerta al aprendizaje, sin condicionamientos.
- Fase de cambio de paradigma y cambio de objetivo: el objetivo ya no es encontrar la “única verdad”. El objetivo es no dejar de buscarla, aún sabiendo que nunca la voy a encontrar. Aprender, desaprender y reaprender de nuevo.
- Fase de “escepticismo abierto”